Terra Corrupta
“If we abolish state, we abolish corruption” Gary Becker en una de sus columnas en el Business Week
En esta sección hablaremos de un asunto con potencial para convertirse en un taquillazo en los cines. Hay poder, hay dinero (tu dinero y el mío), hay secretos y hay mentiras. A veces se desarrolla en el reservado de un restaurante, mientras un sobre se desliza sobre la mesa en la penumbra (y otras en despachos a plena luz). Generalmente hay llamadas secretas, conversaciones en coches y discreción.
Un auténtico blockbuster. Pero no es una película. Está pasando ahora. Y ahora ha vuelto a ocurrir.

Existen muchas definiciones de corrupción. No solo es la cabeza de Rato ayudada a entrar en el coche patrulla ni se refugia solo en las patillas de los tesoreros. Se puede resumir en la relación poder público-beneficio privado, lo que incluye sobrecostes en obra pública, bajas por enfermedades simuladas y tantas otras cosas.
No es nuevo, ha estado ahí siempre. Un pedante diría que es inherente a la naturaleza humana. Hace unos 2000 años, Kautilya, poderoso señor de un reino hindú, escribió un tratado en el que discutía ampliamente malos comportamientos públicos y el desgobierno. Y Dante colocó a los sobornadores en los círculos más profundos del Infierno.
Hay noticia de ella en la Antigüedad, pero también más tarde y más cerca. Muy cerca. Todos sabemos que hace no mucho España disfrutó de una década dorada. Pero, en algunas zonas, bajo ese dorado se escondía el marrón y no olía demasiado bien.
Bienvenidos a Terra Corrupta.